jueves, 11 de junio de 2015

Los trabajadores de Caixabank ahora van a la PAH

El BBVA compró no hace mucho Caixabank después de que esta entidad vendiera sus activos tóxicos (Los hogares de las familias que han sufrido la crisis)  a BlackStone.
Dicha operación nos ha costado a los españoles 11.500 millones de euros.

Ahora BBVA anuncia un Ere con el que echará a la calle a 2.000 trabajadores y cerrará 400 oficinas ¡Tranquilos! No cancelará ninguna cuenta. Sus clientes podrán, seguir trabajando con BBVA. Lo único es que ya no tendrán la oficina en su calle y tendrán que ir a la central donde ya no les atenderá Paloma si no que les atenderá el comercial de turno después de media hora de cola. No perderán, nada de servicio o casi nada. Igual que tampoco el banco bajará los precios de las comisiones a pesar de reducir el gasto considerablemente.

Mucha gente de la PAH se ríen de estos 2.000 desgraciados contra los que hemos luchado, que muchas veces nos han increpado e insultado.
"-Ahora cuando no puedan pagar la hipoteca tendrán que venir a pedirnos ayuda".
Si bien es cierto que trabajaban para el "enemigo" y puede que más de uno tenga que recurrir a la PAH más próxima para que no lo desahucien.

Para las PAHs los trabajadores de los bancos son meros kurrantes, meros mensajeros a quien entregarles la documentación. Nuestro enemigo no está en las oficinas bancarias, se pasea en coches de lujo y come en restaurantes caros (Pagados con nuestro dinero).

No dejan de ser trabajadores que escogieron el bando equivocado. Decidieron ponerse del lado de sus jefes y se olvidaron que eran como nosotros. Ahora sus jefes se deshacen de ellos como abandonas a un perro que ya no caza (Yo nunca lo haría) o ahorcas a un galgo demasiado lento (Eso, menos).

Espero que les sirva de lección a los demás, que se den cuenta que la PAH defiende sus derechos y que tienen más en común con la PAH que con los jefes que les pagan el sueldo. No pido que nos aplaudan pero, cuando entramos en una sucursal bancaria, me encanta ver sonrisas silenciosas por debajo del bigote, miradas de complicidad que te indican que tú eres el que está haciendo las cosas bien y ellos, aunque en silencio te apoyan.

Porque el día de mañana, pueden ser ellos los que entren en esa oficina con una camiseta verde y un silbato en la mano.

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